Este blog forma parte del proyecto Diario Intimo de una ficción verdadera, el cual se realiza dentro del marco de la materia Redacción Universitaria de la UAM Azcapotzalco, división de Ciencias Sociales y Humanidades, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen.
¡Ya chingaron a su
madre! ¡Aflojen todo lo que traigan cabrones! ¡Muévanse hijos de
la chingada! Fue el grito de guerra con el qué desperté. Era otro asalto
al camión en el qué iba a mi casa. No lo podía creer. Era el segundo asalto
de la semana que me ocurría. Lo más increíble fue que al ver a los ladrones
los reconocí. Eran los mismos sujetos que dos días atrás (lunes) me
habían quitado todas mis cosas: celular, iPod, laptop, cartera con dinero y mis
tenis. Y que hoy estaban haciendo lo mismo. Suerte para mí, ellos no me
reconocieron.
Durante el robo todo fue tan rápido, confuso, lleno
de adrenalina (como en los anteriores asaltos). Volteaba y al ver a toda la
gente asustada (algunas llorando), una ira rabiosa recorrió todo mi
cuerpo. Respire tranquilamente y me calme. No podía hacer nada. Seguí el
protocolo. Les di el poco dinero que traía, agache la cabeza
y cerré los ojos. Los ladrones ya con las cosas de la
gente detuvieron el camión y se bajaron. Después de que los ladrones
se fueron, todo el camión se quedo mudo. Nadie dijo nada. Era un silencio
abrumador. Creo que ese silencio fue aceptando lo que había pasado.
Yo también no dije nada.
Llegué a la base de camiones y camine a mi casa. Al ir
caminando renegaba de lo que me había pasado. Caminando y echando
madres. Por suerte la casa estaba a dos cuadras. Llegue y entré. Al ver a mi madre en la cocina no
le comenté nada de lo sucedido. No la quería alterar (ella
esta enferma), decidí actuar normal. Comimos, platicamos, también reímos. La tarde paso sin preocuparla.
En la noche subí a la bodega donde guardamos todo, lo que según ocupamos, a fumar un
cigarro para el susto. Al estar acostado fumando, vi las estrellas y pensaba en
el asalto. Recordaba los tres minutos que duro el asalto. Muchas cosas pasaron
por mi mente: mi familia, mi novia, hasta mi perro. La idea y el temor de no
volverlos a ver fue abrumador. Qué en un instante un ladrón te arrebate la vida sin pensarlo, porque te resistes a
darles tus cosas. Cosas que te han costado mucho trabajo y sacrificio. Eso se
me hizo injusto.
Las dos horas que duré en la azotea, surgieron muchas ideas, una de ellas fue: que los asaltos nunca terminarían. Porque a la hora que se
detiene al ladrón no se le quiere acusar.
Los pretextos siempre son los mismos, por falta de tiempo o temor
a represalías. Con esto el ladrón quedando en libertad. Saliendo
del MP (Ministerio Publico) a seguir robando (a seguir haciendo su chamba).
Los ladrones son una plaga. Yo lo veo así. Y como toda plaga
hay que exterminarla. Tendré que encontrar la manera para terminar con este mal que se reproduce rápidamente y que afecta a la sociedad.
Es represalia.
ResponderEliminarok, lo cambiare, gracias
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